El “agujero en el corazón” que dejó el atentado a los neoyorquinos

Melisa Cabo
Fuertemente custodiado por policías y militares uniformados, el World Trade Center (WTC) se impone diez años después con una imagen de grises materiales y grúas que recuerdan aquello doloroso que ya no está, al tiempo que deja entrever entre sus rejas y lonas azules la decisión de volver a surgir sin olvidar el pasado.


Al comenzar el recorrido por el área, aparece el nuevo proyecto del complejo desde donde rendirá mañana honores el presidente Barack Obama junto con el ex mandatario George W. Bush.
Hay dos fuentes con agua que, ubicadas exactamente en el mismo lugar donde estaban las torres y rodeadas de árboles, recordarán a las casi tres mil víctimas del atentado a las Torres, al Pentágono y a las del vuelo número 93 caído en Pensilvania el mismo día.
Al continuar caminando por sus costados externos, es posible ir reviviendo parte de aquella soleada mañana de verano, con imágenes de los caídos sobre las rejas, cartas manuscritas, flores, cuadros y demás dedicatorias de quienes aún los lloran.
Es testigo también del recuerdo un largo mural instalado por los bomberos de la ciudad en el edificio que poseen frente al World Trade Center, y que está dedicado “a aquellos que murieron y a los que continúan”. Un total de 343 fotos de compañeros, entre ellas la del argentino oriundo de Bahía Blanca Sergio Villanueva.
En dirección a la calle Broadway aparece la capilla de Saint Paul, que habiendo sido testigo directo de los daños causados por el derrumbe de las torres desde hace cuatro días comenzó a iluminar sus tradicionales rejas oscuras con lazos blancos que, atados a sus barrotes, invitan a los transeúntes a dejar un mensaje a las víctimas.
Así lo hizo Patricia Everet, una mujer de Nueva Jersey que la mañana del 11 de septiembre de 2001 bajaba por el ascensor del edificio de su oficina ubicada en aquel entonces a 2 cuadras al Este del WTC, cuando escuchó una explosión muy fuerte.
Al salir a la calle, le explicaron que un avioneta había chocado a la torre norte por lo que tras lamentarse continuó su camino hacia las instalaciones del correo ubicado en la esquina de Vesey y Church. Antes de llegar, giró para volver a mirar lo que aún no tenía explicación y fue cuando vio el segundo avión chocar, esta vez contra la torre sur.
“Cuando me di vuelta vi el segundo avión estrellarse y también veía gente caer”, recordó a Télam aunque cortando rápidamente su relato cuando su voz, quebrada por completo, no le permitió seguir.
Ante el desconcierto general, la gente no sabía qué hacer y los edificios continuaban sin ser evacuados. Pero cuando la segunda torre cayó, “llegó la orden de evacuación y todos comenzamos a caminar hacia el norte de la ciudad”. Una procesión que tardaría dos meses más en permitirle regresar por sus cosas.
Tras más de seis años fuera de la ciudad, Everet volvió ahora al mismo lugar que una década atrás “le dejó un agujero en el corazón”.
“Uno no olvida. Los recuerdos son tan vívidos”, dijo limpiándose las lágrimas antes de que éstas comiencen a rodar por sus mejillas. “Estoy agradecida de estar viva”, agregó.
Patricia ató su mensaje a uno de los barrotes de la capilla de Saint Paul, lo lee y vuelve a quebrarse en llanto antes de alejarse del lugar. El suyo es uno de los miles de deseos que tanto turistas como estadounidenses dejarán allí hasta el lunes, en un intento por sentirse más cerca de los que partieron.
Como aquel expresado por algún anónimo que afirmó: “Incluso en el cielo, recuerden que toda la gente en la tierra todavía piensa en ustedes. Amor, desde París”.

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Mbah Qopet Updated at: 11:16 p. m.